Labios de papel,
letras mojadas se escurren
entre los lagrimales del pez que coletea
en mi estómago.
Ántes, fué un nudo en mi garganta
pero no hacía cosquillas y
no sentía la rugosidad de su piel,
sus escamas frías rasgaban la voz del viento y la huella del agua.
El surco que deja su ausencia
lo llenó mi ignorancia.
Seguridad y desconfianza.
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